miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Agencia - 13 - Orient Express - Sesión 8

HORROR EN EL ORIENT EXPRESS

& GRAND FINALE


SESIÓN 8 - 31/08/12
14 - jan - 1926 (Cont.)


03:30 - Después de que Sebastian volviera del hotel y les explicara lo que Chester había podido traducir deprisa y corriendo del diario de Wellington, quedaron claras varias cosas, entre ellas, que había escondido el pergamino real en la imagen onírica de su tienda de taxidermia.



04:00 - Mientras caminaban de camino a la tienda, de la Catedral comenzaron a doblar campanas, y todos los habitantes medievales interrumpieron sus quehaceres de forma pronta y se marcharon en la misma dirección. En cambio los agentes decidieron no solo hacer caso omiso de tan ominosa llamada ¿para qué?, sino que aprovecharían el momento para recuperar el pergamino sin que nadie les molestara.


Del centro de Lausana Onírica doblaban las campanas, en llamamiento a la población.


04:15 - Al punto de llegar a la tienda una vez más, Sebastian y Rogers, sumidos en crisis de distinta índole, juzgaron de mutuo acuerdo que era mejor marchar de vuelta al mundo real. En particular Rogers estaba particularmente apagado, vencido, quizás enfermo, por los acontecimientos que habían tenido lugar. Parecía sin fuerzas.

En cambio, Renfield y Dawson no estaban dispuestos a desperdiciar la oportunidad que se les ofrecía, y se pusieron manos a la obra, revolviendo toda la planta baja de la tienda. Dawson tuvo especial cuidado en rebuscar en cada uno de los animales disecados y su búsqueda dio frutos.

En el abdomen de un oso disecado encontró, gracias a su pericia forense, costuras impropias para una disección, que además estaban desgastadas, como si hubieran sido forzadas más de una vez. Se asemejaba más su utilidad a cordones de zapatos.

Temiendo alguna trampa desató las costuras con sumo cuidado y metió la mano palpando la oquedad interior hasta dar con una rextura apergaminada.


¡Lo había encontrado! 



Pero la felicidad duró poco, pues segundos después oyeron una gran multitud afuera gritando e impelando a alguien. Las voces iban en aumento y no les cupo duda de que se dirigían a la tienda cuando escucharon cosas como "Edgar, maldito traidor a Lausana, devuelve al pueblo lo que es suyo. Has sido juzgado y el veredicto es claro."

Con cierta prisa abandonaron la tienda por la trastienda. Renfield no estaba nada de acuerdo en quedarse a ver lo que venía a continuación y llegó hasta el portal. En cambio a Dawson le picaba la curiosidad y decidió quedarse tras la puerta de la trastienda. Segundos antes había dado el cambiazo del pergamino real por el falso y quería ver como se desarrollaban los acontecimientos.

El Duque versión Onírica
Lo que vino después fue la entrada de una multitud campesina muy agresiva, con antorchas y armas de granja. Tiraron a Edgar al suelo insultándole. Se hizo el silencio y entró ¡El Duque! vestido como un noble medieval. Su voz, autotitaria, amenazó a Wellington con que estaba condenado a muerte, pero que había muertes más dolorosas que otras.


Su antiguo amigo y aprendiz extrajo el pergamino falso del oso. Dawson pensó que se percataría de todo rápidamente ya que las costuras estaban abiertas, pero no dijo nada. Se lo entregó al Duque que sonrió triunfante. Luego le sacaron afuera golpeándolo como un perro, y se alejaron para ajusticiarle probablemente. 


04:45 - No contentos con una victoria que podía haber conducido a la ruina al ya muerto Edgar, los agentes decidieron esperar en la casa onírica del Duque. Apostados controlando el portal, esperaban que una miríada de gente enfurecida saliera poco tiempo después de ella, cuando el Duque se percatara de la falsedad del pergamino. Pero no ocurrió nada y decidieron largarse al hotel y salir de Lausana cuanto antes.


06:30 - A la estación llegó puntual el Orient Express. Se despidieron por el momento del joven periodista Sebastien, que no tenía suficiente dinero para montar y decidió tomar un tren mas barato rumbo a Venecia.

El ambiente de la expedición, pese a haber logrado el objetivo en Lausana, era tristón, abatido, taciturno. Rogers, Greenwood y Mc Coffee, casi sin mediar palabra, se dirigieron a sus compartimentos para dormir si era posible hasta Milán.   

Dawson intentó conciliar el sueño. Estaba agotado, pero a la mente le venía una y otra vez que su reloj se había vuelto a acelerar en la taxidermia, mientras que buscaban el pergamino. Parecía que la revisión no había surtido el efecto esperado.

07:30 - Por su parte Renfield esperó a llegar Montreux para hacer unas llamadas antes de dormir. Se entretuvo comenzando a leer aquel Grimorio sacado de la biblioteca que había servido al parecer, para educar al Duque en cuestiones mágicas. Los Papiros de Ilarnek. Las llamadas le comunicaron con Aaron con el que quedó en Milán y con la Fundación en USA.



12:30 - Avisados por el revisor, como habían quedado, Dawson y Renfield se desperezaron y acudieron raudos al vagón restaurante para tener un almuerzo de reyes antes de bajar a Milán. Los demás prefirieron seguir durmiendo.

El ambiente en el vagón restaurante era muy agradable. Había poca gente en ese primer turno, probablemente de los que parasen en Milan. Un par de parejas, una de ellas con una niña y cuatro mozalbetes franceses que parecían deportistas o militares.

Después de regodearse con la suculenta carta y dejarse aconsejar por el camarero, éste último atendió a un nuevo comensal recien llegado. "No, creo que hoy comeré con mis amigos. Por favor traiga su mejor Bordeaux."

Fue terrible escuchar la voz del Duque, como un cristal que se hace añicos, pero peor fue ver como se sentaba al lado de Renfield y dejaba un maletín a su lado. Hablándoles sin mirarles a la cara y con un tono de desprecio les dijo que tenía prisa y que no estaba para jugar al ratón y al gato. Que le dieran el pergamino y punto. También les ofreció dinero.

El Duque Jean Floressas des Esseintes
Renfield lejos de intimidarse se puso a interrogarle, pero por respuesta obtuvo que el Duque se encendió un olorosa habano mientras se jactaba de él. No pareció inquietarse lo más mínimo cuando oyó el chasquido de carga del revolver de Dawson bajo la mesa. 

Impaciente se levantó y se acercó al camarero. Habló con él en francés y vieron como le sobornaba! Los comensales fueron desalojados entre murmullos de ultraje e indignación. El Duque desapareció en la cocina y los agentes decidieron marcharse antes de que la cosa pasara a mayores.

Pero su salida fue bloqueada por el grupo de jóvenes, cuyo rostro indicaba a las claras que eran sicarios. El Duque apareció por el otro extremo del vagón y les volvió a pedir el pergamino. Esta vez más enojado. Dawson sacó el documento y un mechero y amenazó con quemarlo.

Lo que pasó a continuación sucedió en unos segundos. Renfield disparó certeramente sobre el Duque, que tristemente para ellos ni se inmutó. A su vez el terrible brujo hizo varios gestos rápidos y simples y el brazo derecho de Dawson, el que sostenía el mechero, cayó al suelo como cortado por una guillotina.

Rendidos, Renfield le entregó el Pergamino y pidió auxilio para atender a Dawson, que se desmayaba. La promesa de dejarles con vida parecía que la iba a cumplir... pero su brazo...

El Duque hizo un conjuro con una cuerda y desapareció junto a sus sicarios, mientras los miembros del Orient acudían a atender al desgraciado forense. 

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