lunes, 3 de septiembre de 2012

La Agencia - 13 - Orient Express - Sesión 7

HORROR EN EL ORIENT EXPRESS

& GRAND FINALE


SESIÓN 7 - 17/08/12
13 - jan - 1926 (Cont.)


DE LOS DIARIOS DE ANDREW DAWSON



Cuando finalmente me uní a mis compañeros, el duque, una persona muy altiva, quiso enseñarnos la ciudad. Yo sospeché, y no fui el único pues mis compañeros pensaron y con razón, que una persona como él no perdería el tiempo con unos extranjeros… A menos que fuese por algún motivo, claro. Visitamos la catedral con sus 160 escalones y su estatua sin manos de un tal Otto. Le cortaron las manos en un juicio hace siglos. Visitamos también el museo – biblioteca Cantonal, donde había muchas cosas interesantes pero no para nuestro caso, en todo caso había abundante material ocultista.

            El duque ha dicho pertenecel al “club de las siete y media” un nombre de lo más típico y que no nos dice nada.

            Hace frío y esto no es bueno para mis articulaciones que ya se van resintiendo de tanto traqueteo y penurias. Está nublado pero espero que no llueva… Maldita lluvia…

Ambiente parisino en el Gato Negro.
            Este maestro ocultista nos llevó hasta el Gato Negro, conocido bar de aspecto francés de la zona, donde nos dijo podíamos esperar hasta la hora en que habíamos quedado. Justo allí nos percatamos de que alguien nos seguía. No parecía turco, pero aún así decidimos preparar una “pequeña encerrona” para averiguar qué quería y por qué nos había seguido. 

            Al entrar le rodeamos pero descubrimos que en realidad a quien perseguía era al Duque y no a nosotros, y que en realidad era periodista y se llama Sebastian. Con la confianza y unos whiskyes nos ha mostrado un libro llamado Papiros de Ilernak, un grimorio ocultista, de imprenta por lo tanto no es tan antiguo, y que habla sobre los mythos. Sebastian investiga al duque por buscar esta clase de libros y también por asuntos de armas que no especificó… Cosas de periodistas.


Quedaban un par de horas y decidí contactar con Chester y Greenwood para que vigilasen a Wellington, pues me daba la impresión de que alguien intentaba distraer nuestra atención y entretenernos lejos de nuestros intereses. Mientras tanto fuimos conociendo a Sebastian y hablando de nuestras teorías sobre el Duque y su comportamiento. Fuimos cuidadosos con Sebastian para no desvelar nada importante que implicase a la Fundación, pero dejamos caer que una buena información por su parte sería bien recibida y debidamente recompensada.

            Aquí fue donde las cosas se torcieron y pienso que debíamos haber ido a casa de Edgar y no haber esperado como principiantes. La cuestión es que a las 20.00, la hora a la que nos citamos con el duque, apareció en su lugar un tal Maximillian, un hombre aquejado de diarrea verbal y que disculpó al Duque, diciendo que se retrasaría. El es el tercero del grupo y afirma que es fiel al Duque. Sin parar de hablar y cuando ya eran las nueve o casi, tratamos de irnos pero recibí una llamada de Greenwood ¡El Duque había entrado en la Taxidermia! Salimos de allí sin delatarnos, y casi tenemos que golpear a Maximillian para que nos dejase ir.

            De camino hacia allí, iba pensando en lo pardillos que hemos sido, nosotros supuestos investigadores experimentados… Engañados tan burdamente.

            Al llegar allí, descubrí a un malherido Greenwood, con una fea herida en la cara, en realidad tiene un trozo de cara arrancado… Antes de desmayarse me aseguró que el Duque le había atacado tras entrar en la casa ¿Qué estaba pasando? Mientras yo atendía a Greenwood mis compañeros entraron en la casa. Al momento entré yo y dejé a Arthur descansando en un sofá.No me llegó a quedar claro si le atacó antes o después de salir pero el trozo de piel estaba arrancado con cierta prisa. Si al menos mi amigo biólogo no hubiera estado bajo los efectos del opio... o si no le hubieramos forzado a venir...

            Ahora recuerdo que cuando le dije en voz baja a Roger en las escaleras de la catedral “Espero no encontrar ningún despellejado en la biblioteca” en tono distendido y en voz baja, el Duque se giró y me miró extrañamente… Creo que sabía más de lo que aparentaba sobre despellejamientos.

            Una vez entré mis compañeros me llamaron; El hermano del Taxidermista, William, un hombre impedido en silla de ruedas estaba muerto en la cocina y una generosa porción de epidermis había sido sustraida de una forma idéntica a como lo hallamos en el asesinato de los Makryats. Esta vez el arma fue distinta, pero la misma técnica.Me pareció increible que hubiera rastro de forcejeo... ¡si era prácticamente paralítico! De todas formas ahora estaba muerto.

            Edgar estaba en su habitación, encima de la cama, muerto pero sin rastro de heridas. En su brazo izquierdo hay numerosas heridas de pinchazos… Era adicto. Pero tiene un pinchazo en el otro brazo que difícilmente se habría hecho él mismo… Debe haber sido su asesino y ésta la causa de la muerte. Tomé varias fotografías de todo.


Un pergamino falso, recién creado al parecer.

       Encontramos varias cosas que nos dieron información; Bajo la almohada de su cama encontramos un pergamino, parecía viejo pero no como cabría esperar debido a su lacado. Renfield lo abrío y estaba vacío… Encontramos también un bote de morfina, agujas y otro bote con otra sustancia desconocida llamada “Laussana Onírica” que ignoramos que puede ser pero por su nombre podríamos deducir que es un somnífero y que quizá su sobredosis mató a Edgar. También encontramos algo que finalmente me hizo pensar que nos intentaba vender humo… Un recibo de compra de un pergamino y laca para sellar... ¡Estaba intentando vendernos una falsificación! La posterior lectura de su diario, que andaba por allí, nos lo confirmó “Les sacaré tanto como pueda” decían sus últimas líneas.

            Si todo estaba por allí tirado ¿No estuvimos a punto de pillar al Duque? ¿Por qué dejó todo aquello allí? Eran pistas… No tuvimos mucho tiempo de pensar pues los gendarmes llegaron quizá alertados por algún vecino o por el propio Duque. Escapamos por la puerta de atrás justo a tiempo cargando con Greenwood y nos fuimos al hotel. Lo último que queremos es acabar en la cárcel por algo que no hemos hecho.

            Lo malo es que volvió a llover…

            Una vez allí, le contamos a McCofee lo ocurrido y se quedó leyendo el diario. Allí deduje que el hermano había sido asesinado primero y luego Edgar ¿Quizá le obligaron a presenciarlo? Todavía no tengo claro el por qué de los despellejamientos. El siguiente Orient pasaba de madrugada y decidimos que era el que íbamos a tomar. Dejamos las maletas hechas y pensamos en ir a visitar la casa del Duque antes de irnos por si podíamos averiguar algo. No obstante, me encontré mal de nuevo y me tuve que quedar en el hotel. Estas extrañas fiebres… Tengo miedo de lo que podrían ser. Y tengo miedo de las pesadillas que vendrán, cuando cierre este diario y me vaya a dormir…


14 - jan - 1926

BREVE RESEÑA DE LA VISITA A CASA DEL DUQUE

[...]





No hay comentarios:

Publicar un comentario